martes, 16 de diciembre de 2014

Deseo de la Luna

Mis sábanas fueron terruño
de un reino azul como la hora
en que la Luna nos llueve
y riega el frío que escondés bajo techo.


Tu espalda brindó la cuenca
por la que tus cabellos sembraron cada semilla
y lozano el valle de tu cintura
Se llenó de flores que recogí con la boca.


Unidas las dos aguas, igual que alas que convergen
en el pecho de un negro estornino,
la negrura de la noche brilló en mis labios
y la reina de las perlas rieló en la humedad de tus fértiles muslos.


Partido por un rayo tu cuerpo abría camino a mi boca
a ambos lados con curvatura de montañas
y bajaron el río azul y Selene los dos por tu espalda
y aquella nos deseó y nos tiñó de cielo.


De pronto tu piel se volcó y vertió el río
y tu pecho buscó el final de la bóveda,
y a cada metro la libertad fue más infinita
y todo exhaló azul y mis pulmones se ahogaron de placer.


La noche capturó tus ojos y me sumergió hasta el fondo
y yo veo la oscuridad y creo que la esparciste vos
y que ahora en tu espalda estará el sol
y tus muslos serán musgo y musgo pasto de mi deseo.


Hundo los dientes en la carne azul como de muerte
y la lengua me devuelve el sabor cálido de la miel al sol,
y embebo tus rincones en lo más antiguo que tiene mi boca,
palabra y gemido y agua y sal


Qué hay al otro lado de tu tierra, qué quema tu piel lejos de la Luna
que boca arriba tu humedad es tan caliente
y se evapora tu flor y me penetra hasta el alma con un perfume
que huele a densidad de noche insomne.


De aquel lado el sol te quema
y acá me abrazo a la ensalada de tu seda y la blanca diosa,
anudado a tu cintura como el aire fresco se anuda
a un tronco fornido que en verano es oasis en medio de todo el fuego


La Luna vio con ojos de cal y nieve
mi pelo negro acechando lo más rosado de tu cuerpo
y celosa lanzó su tinta que empapó tu pecho
y lo rosa se hizo violeta y como violeta perfumó mi sonrisa.


Y pensé en las noches venideras y en lo fresco del azul
que como un cristal de fuego te amasa los senos
que expelen esa luz como leche celestial
para bañarlo todo en su brillo o en tu piel.


¿Y qué pasa si no estás? ¿Sigue bajando ella?
¿O indiferente a mi cabello se irá por la tierra
buscando otro pedestal con la forma de tu pubis
y el sabor a vendimia de cada mujer?


¿Entrará otra vez por mi ventana
o recorreré en soledad las cumbres incansables
de almohadas y pelos opacos en cabezas alteradas
que llegan con beso frío y se van sin decir nada?


¿A cuál de las dos voy a extrañar más?

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