viernes, 21 de junio de 2013

A la canción

¿Dónde puedo encontrarla?
Debe ser la melodía ella
que con el solo pentagrama
el corazón me encienda

¿Dónde se oye el minué
que a cada junio me adormecía?
No faltan nunca esas canciones nocturnas
que el alma ensalzan y alegran,
pero no canta nadie de día,
sólo silbidos timoratos
que ni re ni do
cuando caminan cerca de uno
soplan, se apagan, enmudecen y mueren.

Mi canción preferida fuiste
mi acorde vos, yo tu coreuta
pero nos desgarramos la voz,
la gola y el pecho.
nos sangramos, nos ahogamos
fuimos enmudeciendo
hasta un susurro
tan timorato
puro eco
sin voz
nada
fin.

Pero la canción vuelve
y en la radio la escucho
y la huelo en el centro cuando camino cerca del bar
y la veo en los tobillos
de las chicas menuditas
que avanzan en déboulés
y la beso en los labios que canares como vos
se hacen clásico y ya no suenan
y la canto cuando sueño
y la escribo al despertar
y la quemo
y la extraño, la sueño y la vuelvo a quemar.

Vas a ser por más que me esfuerce
siempre un himno
siempre un hipnos
canto primitivo
aullido
llamado
llanto
grito
eco
nada.

sábado, 1 de junio de 2013

Dado (Cero como yo)



Caminar bajo mi sombra
me robó los dos colores,
blanco y negro de tus faces
que seis fueron una sola,
todas ellas siempre mi cara.
Y por eso fuiste cero.

Y mientras tanto esa blancura tuya
mira el techo, que de pronto
se esconde tras las espinas
de uno a seis que dan mi suerte.
Malhadado voy contando tus lunares
mientras cantás con voz desafinada como de vieja
las angustias vericuetas
de mi última jugada,
donde fui aguja precisa
que señaló al culpable en el reloj de los lugares
donde me escondo de mi sombra.
Dado, dadito.
¡Cuántas veces fuiste a dar con mi cráneo!
la única forma de tocar
esas puntas redondeadas,
tus curvas.


(Publicado originalmente en Meras Conjeturas, muchas gracias por el espacio)